El sueño del proyecto transoceánico en el Istmo de Tehuantepec

La empresa de conectar la costa del Pacífico con la del Atlántico en México data desde el siglo XIX, época en la que el expansionismo de Estados Unidos ambicionaba con tener un paso interoceánico en el Istmo de Tehuantepec. En 1859, Estados Unidos intentó apoderarse del Istmo con la firma del Tratado McLane-Ocampo, acuerdo en el México le concedía el libre tránsito de forma permanente a la potencia norteamericana. Afortunadamente, el Tratado no fue ratificado por el Senado estadounidense y México conservó la soberanía del Istmo. 

En 1894, Porfirio Díaz retomó la visión de unir ambos océanos iniciándose la construcción de un ferrocarril para conectar a los puertos de Salina Cruz en Oaxaca y Coatzacoalcos en Veracruz. La vía se inauguró en 1907 con un tráfico modesto y sobre todo de uso local. Lamentablemente, el inicio de la Revolución Mexicana y la inauguración del Canal de Panamá en 1924 menoscabaron el éxito a largo plazo del proyecto de Tehuantepec. 

Ya en plena época neoliberal, se inició el desmantelamiento de los ferrocarriles y se concesionaron las líneas más rentables. Por fortuna, el ferrocarril del Istmo de Tehuantepec no se consideró lucrativo y no se privatizó. Ello hizo posible formular la idea de llevar a cabo el Megaproyecto del Istmo de Tehuantepec para rehabilitar el paso transoceánico. Según el investigador Carlos Zolla (2010), este Megaproyecto se puede definir como “la propuesta moderna de utilización del espacio mexicano más corto entre los dos océanos, a fin de trazar una vía de comunicación que permita vincular a las economías más poderosas del mundo, en el contexto de la globalización”. 

Durante los sexenios de los expresidentes Vicente Fox y Enrique Peña Nieto, se intentó revivir el megaproyecto con la promesa de una mejora de la infraestructura física y la generación de empleos, pero al final de sus respectivas administraciones no se lograron  los frutos prometidos. Ante el fracaso del Plan Puebla Panamá de Vicente Fox y el proyecto de Zonas Económicas Especiales de Enrique Peña Nieto, el investigador Jaime Torres Fragoso (2017) plantea tres alternativas para darle mayor competitividad al proyecto transoceánico: lograr una mayor eficiencia operativa en las terminales portuarias, habilitar un tren de alta velocidad e instalar parques industriales. 

En ese sentido,  la administración del Andrés Manuel López Obrador elaboró en 2019 el proyecto ejecutivo para la rehabilitación de la vía férrea transoceánica, lo que eventualmente le dará una mayor competitividad a la región del Istmo de Tehuantepec. Mediante dicho proyecto, se prevé: incrementar la velocidad del tren de carga de 20 a 70 kilómetros por hora; ampliar los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz; e instalar 10 parques industriales. El proyecto ya cuenta con 4 autorizaciones de impacto ambiental emitidas por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y tiene una alta aprobación de las comunidades indígenas. 

El pasado domingo 7 de junio el presidente mexicano inició la supervisión de la rehabilitación de la vías férreas del Istmo de Tehuantepec, acompañado por los gobernadores de Oaxaca, Alejandro Murat, y de Veracruz, Cuitláhuac García.  Ambos gobernadores resaltaron la coordinación y la cooperación entre ambas entidades durante los primeros meses de trabajo. El gobernador Murat, que ganó las elecciones por medio del partido tricolor, llamó a cerrar filas con el mandatario mexicano para enfocarse en las coincidencias y para trabajar de forma incondicional desde Quintana Roo hasta las Bajas Californias. 

Hoy más que nunca es hora de crear un frente común para hacer que este tipo de proyectos se hagan realidad, sin importar que partido ocupen los gobernadores de los estados. Es hora de revivir un Megaproyecto que se añoró desde hace más de un siglo para impulsar el desarrollo en el sureste del país y con ello crear oportunidades de trabajo. Sobretodo, que mejore las condiciones de vida de los 12 grupos indígenas que habitan los 81 municipios ístmicos. Justamente, el proyecto del presidente López Obrador responde a la gran deuda histórica con estas zonas históricamente marginadas por los gobiernos neoliberales.

Como retuiteé recientemente un mensaje en el que me sentí plenamente identificado: yo no voté por el presidente López Obrador “para que me fuera bien a mí, porque yo tengo trabajo y trabajando me va bien como a muchos otros. Voté para que les vaya bien a los millones a los que siempre les ha ido mal, y si a ellos les va mejor, Mi Voto valió la pena!”. Y entre esos millones que siempre les ha ido mal, están los pueblos del Istmo de Tehuantepec, pueblos que no han visto mejorar sus condiciones de vida ante el abandono histórico que han tenido por las administraciones anteriores.

Orlando Vázquez


Fuente imagen: SCT / Mauricio Ledesma

Referencias:

https://www.redalyc.org/jatsRepo/676/67652755007/html/index.html